La Femeca expresa su preocupación por la criminalización del médico y manifiesta su solidaridad con todos los colegas agredidos e injustamente imputados

La inesperada aparición del COVID-19 y el posterior desarrollo de una pandemia mundial encuentran al país sin la preparación ni la organización apropiada de recursos para una situación epidemiológica tan grave y, hasta hace muy poco tiempo, jamás pensada ni prevista.

La trágica experiencia vivida con anticipación en los países del hemisferio norte nos ha dado un tiempo invalorable para planificar y organizar dichos recursos, con las limitaciones propias de nuestra precaria situación económica, política y social. Sabiendo de la falta de tratamiento específico para este virus, las medidas estuvieron y están dirigidas a la prevención -aislamiento social- y a la adecuación del deteriorado sistema de salud para enfrentar a una enfermedad que aún sigue causando estragos en Europa y EE.UU. colapsando, salvo excepciones, los sistemas sanitarios de la mayoría de países económicamente mejor posicionados que el nuestro.

El Ministerio de Salud de la Nación viene elaborando y actualizando desde el comienzo de la crisis sanitaria normativas claras y precisas para hacer frente a la pandemia. Estas reglamentaciones, confeccionadas con el asesoramiento de un Comité de Expertos, cuentan con el apoyo tácito de organizaciones científicas y médico-gremiales de todo el país.

Con el transcurso de las semanas venimos asistiendo al incremento del número de casos por contagio, no solo de la población general, sino también, y de manera preocupante, del personal sanitario dedicado a la tarea de atención de los pacientes, tanto en instituciones públicas como privadas. Desde un comienzo esta Federación viene apoyando la tarea encomiable de las autoridades nacionales de Salud, pero sosteniendo al mismo tiempo que cualquier normativa, por más elaborada y precisa que sea, resulta inútil si no está acompañada simultáneamente de mecanismos de control y de procedimientos, y de capacitación permanente de cada uno de los integrantes que componen los equipos de trabajo.

Sostenemos que no se puede dejar librado al ejecutor final únicamente, la interpretación y la aplicación de esas normativas, y que resulta imprescindible la presencia de una conducción y la existencia de un manual de procedimientos para que la tarea sea adecuadamente realizada. Recomendamos elaborar y desarrollar paralelamente formas de ejecución prácticas, y sometidas continuamente a revisión y control, convencidos de que sin esa supervisión y entrenamiento, cualquier normativa está condenada a fracasar. El control sistemático y la supervisión continua de la tarea, resultan imprescindibles para la prevención del contagio entre los integrantes de todo el equipo sanitario.

A más de dos meses “de gracia” para la preparación y la organización para enfrentar lo que sería el pico máximo de demanda de camas hospitalarias en todos los ámbitos sanitarios, públicos y privados, estamos tristemente siendo testigos del incremento de contagios que, entendemos, se podrían haber evitado si se hubiesen implementado los controles permanentes de las normas establecidas por las autoridades de salud, por parte de todos y cada uno de los encargados de llevar a cabo dicha función, en los diferentes niveles de responsabilidad en los que se organizan las estructuras sanitarias, públicas o privadas.

Esto no hace más que poner en evidencia, al mismo tiempo, que en muchos casos toda la tarea queda simplemente reducida, y recae casi exclusivamente, en el “médico de trinchera”, que es sobre quien se viene cargando arbitrariamente toda la responsabilidad de eventuales “errores”, con clara animosidad y tirria, para ocultar obligaciones no asumidas de los verdaderos responsables de la vigilancia de los procedimientos.

Estas actitudes generadoras de perturbación deben cesar de inmediato. Deben primar el sentido común y el espíritu de colaboración entre los diferentes niveles jerárquicos, asumiendo cada uno su propia responsabilidad con sensatez y compromiso, para que no se vuelvan a tomar más medidas artificiosas e injustamente desproporcionadas contra quienes están al frente de la batalla, arriesgándolo todo.

En esta semana también teñida de tristeza por injustas calumnias contra una persona que solo persiguió cuidar a los más humildes, hoy más que nunca resuena uno de sus pensamientos más contundentes, y que debiéramos poner en práctica cada día de nuestras vidas, ocupemos el lugar que nos toque en suerte ocupar: “A la responsabilidad se la honra asumiéndola”, Dr. Ramón Carrillo, primer Ministro de Salud de la República Argentina.

 

“No somos héroes. Somos trabajadores de la salud, muchas veces precarizados. E inmerecidamente criminalizados”