El trabajo mal remunerado y a destajo de los profesionales de la salud ha sido durante la pandemia moneda corriente y habitual, dada la sobrecarga laboral por riesgo epidemiológico con alta demanda de atención y las bajas transitorias o permanentes secundarias a los contagios del personal esencial expuesto al virus en los lugares de trabajo. Este tipo de trabajo sacrificado de los médicos ha pasado y pasa siempre desapercibido, porque no se registra ni se lo incluye en las estadísticas asistenciales. El personal de salud que sin ánimo de recibir aplausos decide frecuentemente colaborar con las tareas de los colegas, lo hace o bien por una cuestión de compromiso personal o por el beneficio que sabe que ello va a generar al resto de las personas, miembros de su propia comunidad.
La principal motivación para llevar a cabo esta tarea altruista nace del simple sentido colaborativo entre pares (médicos, enfermeras, etc.), y al mismo tiempo de la sensibilidad de brindar solución social a todos los individuos posibles con necesidades similares, los pacientes. En el caso de la salud pública, esta colaboración hacia nuestros pares se lleva a cabo por una alta carga emocional, solidaria y vocacional que todo el personal sanitario incuestionablemente está dispuesto a realizar siempre en situaciones de excepción, como una obligación moral tácita de nuestra actividad, pero nos resulta inaceptable como regla, como condición o norma de habitualidad y en condiciones desfavorables que surgen exclusivamente de la falta de prevención, preparación y organización del trabajo, que se lleva a cabo a diario sin los medios o recursos suficientes. Porque esto también constituye trabajo precario.
Todos aquellos funcionarios responsables designados para desempeñar cargos de gestión en salud y que tienen el deber de cumplir con la función administrativa de ordenar los centros de salud y organizar los recursos suficientes para la mejor atención posible de los ciudadanos y que impida las acciones violentas hacia el personal sanitario , tienen también la obligación de hacerse cargo de esas responsabilidades, porque precisamente para ello las han asumido, y porque para ello, además, perciben un salario.

Y la salud sigue esperando…